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“Tiene el don”, “Es un genio”, “Nació para eso”, “Su talento es innato”. ¿Cuántas veces escuchamos frases como estas? Les reconozco que cada vez que alguien lo elogia con estas palabras tengo sentimientos encontrados. Por un lado, es lindo el reconocimiento, pero al mismo tiempo, es incompleto. Hay un factor que la mayoría de las veces se olvida y tiene que ver con la práctica.

¿Por qué Messi es Messi? Es muy fácil simplificar su historia adjudicando su éxito exclusivamente a un don natural. Sin embargo, no creo que su genialidad para jugar al fútbol haya sido gestada en la panza de su mamá, ni que esté incluida en algún eslabón de su ADN. Para seguir analizando, repasemos la historia:

Messi nació el 24 de junio de 1987 en Rosario, Argentina, hijo de Jorge Horacio Messi, y de Celia María Cuccittini. Con apenas 5 años, dio sus primeros pasos en Grandoli, un club de barrio a pocas manzanas de su casa. El club era dirigido por su padre, Jorge. En 1995, comenzó a entrenarse en las divisiones inferiores de Newell’s. A la edad de 11 años, le fue diagnosticada una deficiencia de la hormona de crecimiento. River mostró cierto interés en el progreso de Messi sin embargo, no creyó conveniente desembolsar el dinero para pagar el tratamiento. El director técnico del Barcelona, notó el talento de Messi y éste tenía parientes en Lérida, España, siendo capaz, junto con su padre, de iniciar un viaje. El Barcelona lo fichó después de verlo jugar, ofreciéndose entonces a pagar los costosos tratamientos si él se mudaba a España. Su familia se trasladó a Barcelona donde comenzó a jugar con equipos juveniles”.

Hago un salto en la historia al 12 de octubre de 2012. Argentina 3 – Uruguay 0. Sobre el 2do gol de Messi de tiro libre:

“En los primeros años de su carrera, una de las grandes deficiencias de Lionel Messi fueron los tiros libres. Poco a poco, el delantero de Barcelona fue puliendo su técnica hasta convertirse en uno de los ejecutantes más efectivos, como lo es hoy en día. En sus comienzos, Messi ni siquiera intentaba pedirle la pelota en un tiro libre a Ronaldinho y a Deco. Mirando la ejecución de los brasileños, fue copiando su técnica quedándose después del entrenamiento para pulir sus habilidades. Otra de las formas para seguir mejorando era filmarse mientras ejecutaba. De esta manera, el delantero observaba su movimiento e iba corrigiendo lo que no le gustaba hasta llegar a ser el gran rematador de tiros libres que es hoy”.

Le pido disculpas si hiero alguna susceptibilidad, pero esto no me suena para nada pura genialidad. Me suena a muchísimas horas de práctica y sacrificio desde muuuuy muuuuy pequeño. Muchísimas horas jugando, perfeccionando su técnica, corrigiendo sus errores, escuchando a su entrenador (sea su papá o Pep Guardiola), aprendiendo de otros compañeros grosos, etc… Messi no nació mejor jugador del mundo. Se convirtió en el mejor producto de su desarrollo.

Esto no significa que no haya algo diferente en él digamos “de fábrica”. No lo sé y nadie lo sabe. Lo que sí sabemos (y debemos reconocer) es su enorme esfuerzo.

Hace poco leí un artículo llamado “The Making of an Expert” de Anders Ericsson. Explica qué los expertos (o genios) se hacen con 10.000 horas de práctica deliberada. O sea, 10 años dedicando 20 horas a la semana a no sólo practicar lo que se sabe, sino aprender y practicar lo que no se sabe, metiéndose de lleno fuera de la zona de comfort.

Aprender duele, cuesta. Pero para lograr “ser un genio”, no queda otra. Si el mismísimo Messi (el mejor del mundo) tiene que quedarse pateando tiro libres hasta el hartazgo para perfeccionar su técnica, ¿qué nos queda al resto en nuestras áreas?

¿Por qué Messi es Messi?
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