Caballos salvajes. Porqué un líder necesita conflicto en su equipo.

Ser líder de equipo es una tarea difícil. A todos los problemas operativos que tiene se le suman las dificultades para manejar gente. Los conflictos son inevitables y uno no quisiera agregar otro más. 

Sin embargo hay un tipo de conflicto que es sumamente conveniente tener. 

Dos tipos de personas

Voy a hacer una generalización y simplificación para explicar el punto. Las personas de un equipo se pueden dividir en dos: aplaudidores y caballos salvajes.

Los aplaudidores son aquellos miembros incapaces de desafiar al líder. Apoyan cualquier decisión, más allá de que no estén de acuerdo. Producen una falsa complacencia y se comunican con doble discurso. Con el líder es todo que sí, pero al hablar con el resto el mensaje es muy distinto. 

Los caballos salvajes son aquellos miembros difíciles de liderar. No tienen ningún problema en contradecir al líder. Dicen lo que piensan, sin importar las consecuencias. Su liderazgo en cierto modo desafía al líder. Buscan autonomía, quieren decidir por su cuenta y son fieles a sus ideas. Algunos ejemplos serían Cristiano Ronaldo, Mark Zuckerberg, John Lennon. Terriblemente talentosos, pero muy difíciles de manejar. 

El dilema de la armonía

Como líder uno se puede ver muy tentado a prescindir de los caballos salvajes. De hecho, ¿a quién le gusta tener un miembro en el equipo que genera problemas?  En cambio, con los aplaudidores no hay conflicto. Todos ejecutan sin chistar.

El problema del exceso de armonía con los aplaudidores es que no hay creatividad, no hay innovación. La sobreconfirmación de las ideas del líder termina encerrándolo en su limitada realidad. Todo es más de lo mismo, no hay novedad.

Es claro que los caballos salvajes rompen la armonía y generan conflictos. Pero esta disrupción también tiene su lado bueno. Aportan una mirada distinta. Le abren la cabeza al líder. 

Por lo tanto, abracemos a los caballos salvajes y al conflicto. Aceptemos el hecho de no tener siempre la razón. Rompamos con esa armonía mediocre. Entendamos que para poder decir: “la p#$% que vale la pena estar vivo”, nuestro equipo debe desafiarnos a ser mejores líderes.