Las emociones tienen un impacto directo en los resultados de las organizaciones. Saber manejarlas requiere inteligencia emocional, es decir, esa habilidad para poder gobernar las emociones y no que ellas te gobiernen.
Si hiciéramos una simplificación, en los entornos de trabajo podemos encontrar tres personalidades: estufas, ventiladores y termostatos, conforme a como manejan sus emociones. Veamos en detalle cómo es cada uno:
Estufas
Hay personas que ante las crisis, las situaciones tensas, se ponen más nerviosas. Así que ante el estrés responden con más estrés. Son propensas a levantar la voz, a decir cosas que luego se arrepienten. Son aquellas personas que siendo agente de atención al cliente, preferiría no atender cuándo se les corta la luz o cancela un vuelo. Son personas irascibles, que siempre quieren tener razón. Crean conflicto y generan divisiones. Las estufas suben la temperatura y eso afecta al ambiente de trabajo.
Ventiladores
Hay otras personas que actúan diferente en el día a día. Su trabajo es una rutina. Cada semana es igual que la anterior. Lo único que esperan es que sea Viernes a las 6 de la tarde, para realmente empezar su vida. Se quejan ante los cambios, pero tampoco proponen nuevas ideas de cambio. Carentes de pasión y entusiasmo, viven su trabajo casi como autómatas. Se aburren seguido. Su desmotivación es un círculo vicioso: como no están motivados trabajan mal, al trabajar mal tienen malos resultados, al tener malos resultados se posicionan en la organización en forma negativa y luego eso los lleva a no ser reconocidos, por lo tanto se desmotiva más. Los ventiladores enfrían el ambiente y esa falta de motivación afecta también al ambiente de trabajo.
Termostatos
Un termostato es un dispositivo que sirve para regular la temperatura. Si hace mucho calor, baja la temperatura. Si hace mucho frío, la sube. Los verdaderos líderes son termostatos. Tienen la capacidad de bajar la tensión en los momentos de estrés, regulando sus emociones y las de su equipo. Se enfocan en buscar soluciones en lugar de culpables. Manejan su frustración, entendiendo que las cosas pueden fallar y justamente están allí por su capacidad para resolver problemas.
Pero en momentos de calma, los termostatos también saben levantar la temperatura cuando es necesario. Saben motivar, comunicar el propósito de su organización, saben reconocer los logros y renovar la confianza de su equipo. Entienden que el optimismo es la única vía posible, que una sonrisa y un alegre «buen día» es el ABC para empezar una jornada de trabajo. Los líderes termostatos saben del valor de celebrar, se divierten y hasta se ríen de sus errores.
Conclusiones
Ahora que ya sabemos quién es quién, hay estufas en tu oficina? ventiladores? Más allá de las circunstancias, es siempre nuestra responsabilidad ser líderes termostatos para proveer la temperatura correcta a nuestro entorno de trabajo.