
Mi hermano Martín tiene sólo dos años menos que yo. Cuando éramos chicos, jugábamos un montón y de vez en cuando también nos peleábamos. Cuando aparecía el conflicto, recuerdo siempre que mi papá nos decía: “para pelear hacen falta dos personas, si uno quiere pelear y el otro no, no hay pelea”.
Esta frase me ha marcado a fuego y la aplico siempre que puedo en la vida adulta. Es una de las estrategias más efectivas para ser feliz.
La invitación
Cada vez que alguien nos dice o hace algo que nos molesta, ya sea algún comentario provocativo o mismo un agravio, nos está haciendo una invitación. Esta invitación a pelear puede o no ser aceptada. UNO ELIGE qué hacer con ella.
Muy a menudo cometemos el error de creer que en este tipo de situaciones no queda otra opción que pasarla mal: sufrir angustia, nervios, estrés, bronca, etc. Es decir PROVOCACIÓN = CONFLICTO. Pero no es así. Uno tiene el poder para evitar este tipo de emociones negativas. Y todo depende de una simple acción.
El secreto
Si un cliente re enojado me llama por teléfono, me dice “Maxi sos un inútil” y me angustio, es porque de alguna manera estoy creyendo lo que el otro dice. Yo sé que no soy un inútil. Como todos me equivoco, pero eso no me hace un inútil. Entonces, si estoy convencido de lo que soy, ¿por qué debo angustiarme? Si dejo que el mensaje me afecte es porque acepté la invitación.
No podemos controlar lo que los demás digan. Lo único que podemos controlar es nuestra emoción. Y esa emoción se controla con la interpretación que hacemos de la situación. Si la interpretamos como una agresión personal, nos enojamos y vamos a la pelea. Si la interpretamos como una reacción de una persona que está fuera de su eje y que está diciendo cualquier cosa, no nos enojamos y tratamos de resolver el problema.
El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Nos puede llegar a molestar el insulto, es cierto. Pero de ahí en adelante todo lo que hacemos es una elección. Para pelear hacen falta dos personas.
Gracias viejo, por este y tantos otros consejos.


