La vida es un camino repleto de desafíos, lleno de situaciones que nos generan angustia y que muchas veces nos paralizan.
Ante estas situaciones hay diferentes respuestas. Saber elegir bien hace toda la diferencia. Veamos cuáles son las opciones que tenemos.
1. Actuar
La primera y mejor alternativa es enfrentar abiertamente la situación. Atacar el problema y buscar una solución. Implica hacerse responsable, más allá de quién sea el “culpable”. De hecho, no importa quién lo sea: si el problema te afecta, es TU responsabilidad tomar las acciones necesarias para que deje de afectarte.
La gran ventaja de hacerse cargo es el empoderamiento, la convicción de que uno PUEDE y DEBE tomar las riendas de su vida. Este poder puede apoyarse desde el afuera pero nunca funciona si no está sólido en el adentro. La frase lo dice: “creer es poder”. La creencia no es una súplica pasiva para que otro resuelva el problema. Sino que es la actitud adulta de tomar acción y saber que está a nuestro alcance cambiar las cosas.
Problemas de pareja, con el jefe, clientes, compañeros; problemas de dinero, de salud (en cierto grado), de lugar de residencia, de qué estudiar, de qué hacer con el poco tiempo libre, etc, etc, etc…el espectro y el alcance de nuestro poder de acción es enorme. Uno decide si hace uso del don de la acción para vivir mejor…o no.
2. Quejarse
Lamentablemente muchos no toman el primer camino. No porque sean tontos. Sino porque actuar es costoso en el sentido amplio de la palabra: implica tiempo, esfuerzo, riesgos, recursos, roces, incomodidad, incertidumbre, miedo, etc. Es lógico querer ahorrarse todos estos inconvenientes. Lo que no es lógico es quejarse.
Defino quejarse como “manifestar abiertamente una inconformidad y no hacer nada al respecto para cambiar esa realidad”. Aquí marco la diferencia con un reclamo. Reclamar es válido, por ejemplo, cuando se corta internet y llamamos al proveedor, no nos estamos quejando, sino estamos ACTUANDO para resolver un problema.
La queja es pasiva. Busca compartir la frustración con los demás, ganar un poco de simpatía y a veces tener un tema de conversación. Pero queda ahí. Sólo palabras, ninguna acción. Más allá de estos “mini-beneficios”, quejarse no ayuda en absoluto.
El poder destructivo de la queja se multiplica cuando la fuente de la incomodidad está claramente a nuestro alcance. Nos hunde en un estado de mediocridad, en el cual nos peleamos injustamente con el mundo por nuestros pobres resultados.
Como dijimos antes, la gran mayoría de las cosas que nos afectan directamente, las podemos cambiar. Pero hay un conjunto que no podemos, que nos excede. Si quejarse por esas cosas no está bien, entonces: ¿qué hacemos?
3. Aceptar
No me gusta viajar apretado por la mañana en el subte. De todas las alternativas al subte, ninguna otra es mejor para mí (ya sea por tiempos o costos). Podría viajar cómodo en mi auto, pero sería muy costoso y tardaría más tiempo. Por lo tanto si ELIJO viajar en subte por la mañana, también ELIJO viajar apretado. No me queda otra opción que aceptar la situación, ya que no ELIJO viajar más cómodo.
Hay otras situaciones que uno NO elige. Nadie elige una enfermedad. Pero más allá de hacer todo lo posible por curarse y seguir las indicaciones de los médicos (esto es ACTUAR), la mejor opción que nos queda es aceptar.
Aceptar es una decisión emocional. Es asumir el compromiso de no quejarse, ya que no hay nada que pueda hacerse para cambiar la situación. Es comprender que estas cosas situaciones son parte del juego de la vida.
La aceptación es liberadora. Quita el foco del problema y redirige nuestra energía a los temas que realmente sí podemos cambiar.
¿Qué elegís?
Actuar, quejarse o aceptar. Sólo tres opciones hay para cualquier problema que tengas en tu vida. Dos de ellas te permiten vivir plenamente. La otra te conduce a la amargura. Vos elegís qué opción elegir.
Saludos, Maxi.
PD: seas o no religioso, te recomiendo esta plegaria, que resume en tres líneas todo lo que quise decir:
Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar
y sabiduría para entender la diferencia.
Muy bueno!!
PD: Vivo quejándome de todo
Genial
soy el ser mas amargado del mundo 🙁
Muy buenas las 3 miradas. Ahora bien, la aceptación no significaría resignación, me parece que la aceptación bien entendida como tal y como lo mencionas es hasta saludable y edificadora. yo elijo viajar en subte porque tengo más ventajas que deseventajas, entonces el viajar apretado no significaría una queja, sino parte de una realidad cotidiana o rutina bien entendida en pro de los resultados
Muchas gracias Martín!!!!! Así creo yo que hay que tomárselo!
Graciass Maxi….Por algo debia ver el seminario de hoy de motivación, un enlace me llevo al otro… Lo vuelvo a responder en un tiempo mas!!
Muchas gracias Virgina!!!