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Esta semana nuestro país cumple 200 años de Independencia, entendida como el momento en el cual nos declaramos un país soberano, renunciando al dominio español. Un gran paso para la madurez de nuestra nación.

Pero que un país se declare independiente no significa que sus ciudadanos lo sean. No me refiero a los derechos políticos o la libertad económica. Sino algo más básico y fundamental que está al alcance de cada persona: declararse responsable de su propio destino.

Estancado en el jardín de infantes

“No me alcanza el tiempo”, “Si tuviera una computadora más rápida”, “No tenemos gente capacitada”, “El departamento de finanzas no me quiere aprobar el proyecto”, “Lo que me estás pidiendo es imposible”…

Estoy seguro que como líder alguna vez has escuchado (o dicho) estas frases. Todas tienen algo en común: forman parte del lenguaje reactivo.

Bajo el modo reactivo nuestra realidad queda determinada por factores del afuera. La explicación para justificar nuestros resultados está fuera de nuestro control – depende siempre de las circunstancias y no de las elecciones que uno puede tomar a pesar de esas circunstancias.

Para el reactivo la culpa siempre es de algún otro: los imperialistas, los políticos, el sindicato, el jefe, los padres, la pareja, etc…Nunca asume sus errores y tampoco en consecuencia aprende. En el mundo reactivo abundan las excusas.

Está aceptado que los chicos hablen así, pero de adultos necesitamos encarar la vida de otra manera.

Oíd el ruido de rotas cadenas

Declararse independiente significa hacerse cargo de las propias decisiones. Si no te alcanza el tiempo, no es culpa del reloj, sino una decisión tuya en cuanto a cómo asignás prioridades. Si no te aprueban el proyecto, no es porque los demás sean tontos, sino que tal vez tu idea no es tan buena, o bien no has sabido convencerlos. Si no tenés gente capacitada en el equipo, será tal vez porque no se ha priorizado la capacitación o la selección de personal entrenado.

Ser independiente significa asumir respons-abilidad: la habilidad para responder, más allá de las circunstancias. No significa negar los problemas, sino seguir adelante aún con las dificultades del camino. Significa “buscarle la vuelta”, tomar la iniciativa, asumir riesgos, y cuando las cosas no salen bien, aprender y volver a intentar.

¿El hombre y sus circunstancias?

Ortega y Gasset tenía razón. No podemos separar al hombre de su entorno. Pero hay que tener cuidado con esta interpretación. Una cosa es condicionamiento y otra es la libertad para elegir.

Los despido con una frase de Viktor Frankl, con la que no puedo estar más de acuerdo:

“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino.”

¿Declaraste tu Independencia?
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