culpa

Alejandro vs Lucía – Toma 1

Alejandro tiene que hacer una presentación comercial para un posible cliente muy importante el viernes a primera hora. Es por eso que el jueves le solicita a Lucía, su asistente, que prepare una presentación de PowerPoint (que nunca había usado). Lucía se la envía el jueves a última hora. En la reunión, luego de hablar durante 30 minutos sobre el profesionalismo, la gran atención al detalle y la calidad de su empresa, en la última diapositiva y como cierre de la presentación se llega a leer: “Por lo tanto, confíen en nosotros y seguro aumentarán sus Bentas!”

A los 30 minutos llega Alejandro enfurecido a su oficina y le dice a Lucía que gracias a su grosero error perdieron cualquier posibilidad de venderle a este importante cliente. Por tal motivo le comunica a Lucía que ha perdido su bono trimestral.

Jugando al huevo podrido

Cuando era chico recuerdo que en el jardín de infantes jugábamos al huevo podrido, adonde cada uno intentaba no ser el distraído, quedándose con el huevo podrido y pagar la prenda. De adultos, el juego vuelve a estar presente de modo más sofisticado, en las discusiones que buscan determinar el culpable de un problema. Pero esta práctica resulta una estrategia inútil que no solo deja una relación dañada, sino que tampoco corrige el problema de raíz.

En el caso anterior, Alejandro debería haber actuado diferente ante el mismo error, pasando de un  sistema de asignación de culpas a un sistema de contribución conjunta.

La culpa

La culpa tiene una mirada hacia el pasado. ¿Quién fue?, ¿qué pasó?, ¿por qué lo hiciste?, ¿quién te dio permiso? La culpa busca culpables ya que las partes juzgan al real responsable por lo sucedido. Y al haber un culpable se busca un castigo acorde a su responsabilidad, con la ambiciosa intención de que el “castigado aprenda”.

El problema del sistema de asignación de culpas es que rara vez la responsabilidad por el problema tiene un solo dueño. Y es realmente frustrante encontrarse en esta situación, ya que cada una de las partes intenta por todos los medios eximirse de responsabilidad para que la culpa (y el castigo) no quede de su lado. Y el que “gana” la pelea con frecuencia es el que mejor sabe abogar por su defensa o el más poderoso.

La contribución

La realidad es que en la gran mayoría de las veces ante un problema existe responsabilidad compartida. Es decir en cierto modo ambas partes contribuyeron a la situación. Tal vez su participación fue pasiva o indirecta, pero tuvieron su parte.

Para Alejandro es claro que Lucía tuvo la culpa. Ella hizo mal su trabajo. Escribió ventas con B. Y por lo tanto merece el castigo. Pero me arriesgo a pensar que Lucía no piensa lo mismo. Su jefe le pidió una tarea crítica de un día para el otro, que nunca había hecho y que él tampoco revisó. Si bien Lucía cometió el error, Alejandro tuvo su parte.

Pero la contribución no sólo pretende reconocer que ambos fueron y son responsables. Sino que además busca un aprendizaje, que a futuro no vuelva a suceder.

Alejandro vs Lucía – Toma 2

De camino a la oficina, Alejandro trata de manejar su frustración por haber perdido al cliente. Pero también reflexiona sobre lo sucedido. Al llegar se sienta con Lucía y le explica lo que pasó en la reunión. Luego le dice: “Siento que ambos hemos contribuido a esta situación. Por un lado, yo te pedí hacer algo nuevo, de gran impacto, casi sin tiempo que no llegué ni a revisar. Por el otro lado, vos no me dijiste que no sabías usar PowerPoint ni su corrector ortográfico. Me gustaría que esto no vuelva a pasar. De mi parte te propongo que para la próxima vez, te pediré el trabajo con más anticipación para tener tiempo de revisarlo. De tu lado, te pido que ya mismo te anotes en el curso de PowerPoint y que para la próxima lo revises con más atención dado el impacto que tu trabajo tiene. ¿Qué te parece?” Lucía, dice: “Dale, contá conmigo”.

Cómo un líder maneja la culpa
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