Uno de los errores más grandes que tienen los gerentes a la hora de pensar en la motivación de su gente es asumir que estos trabajan sólo por dinero. Muchos jefes piensan que los problemas se solucionan con dinero y que si necesitan que sus empleados trabajen más, simplemente hay que pagar más y listo.
Créase o no, esto no es siempre cierto. Y hasta a veces, funciona al revés. En un artículo llamado “La verdad incómoda sobre el Change Management” Scott Keller y Carolyn Aiken se animan a decir que “el dinero es la forma más costosa de motivar a la gente”. Esto se debe a que existen dos tipos de reconocimientos: los que se perciben como un intercambio social o como un intercambio de mercado.
Por ejemplo, supongan que un jefe de un equipo de trabajo repentinamente se entera que su hijo está muy enfermo. Esto le implica que debe alejarse de la oficina varios días y que su equipo deberá trabajar el fin de semana para compensar su ausencia. No obstante su equipo ha siempre enfatizado su voluntad de “cumplir el horario”. Entonces este jefe, sin explicar el motivo de su ausencia, propone pagar las horas extras más un bono a quien se quede todo el fin de semana para adelantar el trabajo. Llama el sábado por la mañana a la oficina y nadie atiende el teléfono.
¿Qué sucedió? El ponerle un precio al esfuerzo extra para cubrir al jefe generó un intercambio de mercado. Oferta y Demanda. Si el costo de quedarse el fin de trabajando es mayor a X pesos, el empleado trabaja. En este caso, el precio ofrecido no motivó la acción. Pero, ¿qué hubiera pasado si el jefe explicaba realmente qué pasaba, mostrando lo muy preocupado que estaba por la salud de su hijo, sin hacer referencia al bono? Probablemente sus empleados habrían trabajado gratis para cubrirlo. Esto se explica debido un intercambio social basado en la compasión, empatía y en el aprecio que los empleados tenían hacia su jefe.
Existen muchas otras situaciones en las que ponerle un precio a una acción genera el resultado opuesto al que uno esperaría, por ejemplo a la hora de fomentar la creatividad. La gente siempre responde a incentivos, pero el clásico show me the money es muchas veces el de menor efecto y de más corto plazo. Para realmente motivar a tus empleados se debe apelar a otros valores.