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Hasta hace poco tiempo la historia de Lance Armstrong era digna de un héroe de película. Hijo de una secretaria y de un padre que nunca conoció, presentó condiciones deportivas desde muy joven.  Al inicio de una prometedora carrera como ciclista y con tan sólo 25 años, se le encuentra un cáncer testicular avanzado con metástasis en otros órganos.  Se le extrae un testículo y su doctor le estima un 40% de probabilidades de supervivencia. Es capaz de resistir la quimio y vencer al cáncer.

Luego de 3 años vuelve al deporte, para ganar 7 veces en forma consecutiva el torneo más competitivo del mundo del ciclismo, el conocido Tour de France, algo nunca antes alcanzado. Su historia conmueve al mundo. No obstante no se detiene ahí. Lance Armstrong va más allá del deporte, creando la fundación Livestrong que provee ayuda a los enfermos de cáncer. Esta fundación comercializa las famosas pulceritas amarillas de goma que ya juntaron más de 325 millones de dólares.

Hasta aquí sobran las distinciones para describirlo. Coraje, fortaleza, perseverancia, generosidad, responsabilidad, humildad, integridad…un verdadero ejemplo de vida. Su nombre automáticamente se asociaba con esos valores.

Sin embargo su historia se cayó a pedazos como un castillo de naipes cuando los innumerables rumores sobre su dopaje (hasta ahora desmentidos) finalmente se hicieron realidad. Desde los inicios de su increíble carrera Lance Armstrong usó suplementos prohibidos para mejorar su performance. Sus 7 títulos y honores fueron retirados. Se le prohibió de por vida practicar el deporte en forma profesional. Sus sponsors le retiraron su apoyo.  Lo echaron de su propia fundación. Su reputación ha sido destruida. De ser un ejemplo pasó a ser mentiroso, tramposo, hipócrita, arrogante, egoísta…un verdadero fraude.

Una curiosa historia de Liderazgo. Del tope al fondo. De ángel a demonio. ¿El fin justifica los medios? ¿Valió la pena hacer trampa? No sé si Lance se ha arrepentido, pero sin duda no tuvo un buen final la historia. 

¿Y qué hacemos ahora con la pulsera amarilla? Me atrevo a pensar que para la mayoría su significado ha mutado en forma irreparable.  ¿Volveremos a creer en Lance Armstrong? Como dice la frase: “La confianza es como un jarrón, cuando se rompe, se puede volver a pegar, pero nunca quedará como antes”.

El valor de la confianza para un líder
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