El secreto de los mejores docentes y jefes del mundo

¿Qué es lo que hace que el talento se desarrolle? ¿Qué es lo que contribuye al desempeño de alto rendimiento?

Desde hace décadas estas preguntas han dado vueltas y vueltas en extensos debates. En la escuela, ¿será la infraestructura? ¿las condiciones familiares? ¿la formación docente? En el trabajo, ¿será el salario? ¿el clima laboral? ¿el tipo de empresa?

Si bien estos factores contribuyen, a través de diversos estudios podemos hoy aseverar que el secreto del alto rendimiento está relacionado con algo completamente diferente… y muy curioso.

Profecías autocumplidas

Hace unos años se hizo un estudio que midió las habilidades cognitivas  de diferentes estudiantes de una escuela primaria. Una vez obtenidos los resultados, los investigadores los compartieron con los docentes indicando quiénes eran el 20% de los alumnos que habían demostrado un potencial superior.

Un año más tarde se repitió el examen y se encontró que los alumnos “promisorios” habían progresado más que sus compañeros. Por lo tanto hasta aquí el estudio confirmaría que la inteligencia es un fuerte predictor del alto potencial, algo que cualquier podría deducir, pero…

Los alumnos que habían sido considerados de potencial superior en realidad fueron elegidos al azar. No tenían nada de especial. Lo interesante fue medir qué incidencia tuvieron los docentes al creer que estos alumnos eran distintos.

Los docentes fijaron altas expectativas en estos alumnos, los trataron diferente, les dieron ejercicios más difíciles, les hicieron más comentarios, estaban más atentos a su progreso. Esta creencia creó una profecía autocumplida. La creencia en el talento superior, desarrolló un talento superior.

Pensamiento diamante en bruto

Este estudio se ha realizado en diferentes escuelas y empresas, siempre con el mismo resultado. La creencia del líder en el potencial de su personas condiciona su propio comportamiento. Cuando el líder está convencido del potencial, consciente o inconscientemente invierte más en esas personas. Y la ecuación es fácil de deducir: más inversión = mejores resultados.

Este hallazgo nos deja un aprendizaje: desarrollar el “pensamiento diamante en bruto” generalizado. Es decir, creer que TODAS las personas del equipo son talentosas y que TODAS pueden mejorar. Cuando el líder se convence de esto intentará sacar lo mejor en todas y cada una de ellas. En lugar de ver para creer, creer para ver.

Hay una cita que se le atribuye a Goethe y resume toda la idea: “cuando se trata al hombre como es, permanece como es; pero cuando se le trata como si ya fuera lo que puede llegar a ser, se hace de él lo que debería ser”.

PD: Este artículo está inspirado en el libro Dar y Recibir de Adam Grant

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