No se trata de un medallero para premiar a los empleados. No se trata de hacer un campeonato interno. Tampoco se trata de pasar 3 semanas en Río (aunque eso estaría bueno, ja!)
El trabajo de los atletas olímpicos y los empleados de la mayoría de las empresas se diferencia en algo fundamental, que resulta determinante para su desempeño: la ecuación preparación/ejecución.
Dos Paradigmas Opuestos
En el mundo de los atletas olímpicos el paradigma es 99% preparación y 1% ejecución. Es decir, se pasan 4 años entrenando para que durante un breve instante puedan dar su mejor versión.
Este paradigma me resulta bastante curioso. Recuerdo una competencia de 100 mts en la que un atleta se apuró al salir y quedó eliminado, sin poder ni siquiera correr. ¿Se imaginan la frustración de ese deportista?
Sin embargo, en el mundo corporativo el paradigma es el opuesto: 99% ejecución y 1% preparación. La enorme mayoría del tiempo está dedicado al hacer diario y solo una ínfima porción a las actividades de capacitación, reflexión, coaching, innovación, etc.
Con este esquema no es de sorprender el resultado de muchas organizaciones. Sus colaboradores quedan abrumados por el día a día. La excelencia es una palabra que se promete a los clientes, pero que se practica poco puertas adentro.
La solución de equilibrio
Creo que ninguno de los extremos son sanos. Como líderes debemos buscar el equilibrio entre ejecución y preparación. Claro está que en el mundo corporativo no sería posible trabajar tres días por semana y el resto “estar en un curso”.
Es más una cuestión de filosofía que de horas totales. Se trata de instalar un compromiso genuino de mejora continua, en la que todos los miembros de la organización busquen permanentemente la excelencia. Una creencia de que siempre son mejorables los procesos. De nunca conformarse con las cosas como son. De innovar, aportar ideas.
Colgarse la medalla de oro es algo mucho más sencillo en las empresas que en el deporte. Y por suerte no tenés que esperar 4 años para demostrarlo.