Estás buscando trabajo hace un par de meses. Fuiste a ocho entrevistas y nada. Te sentís un tanto frustrado. Estás ahora frente a la novena entrevista. ¿Cuál es la probabilidad de que te vaya bien?

Si te inclinaste a responder “probabilidad baja”, te recomiendo seguir leyendo…hay algo que deberías considerar.

Escaleras al vacío

Nuestra mente funciona con expectativas. Es decir, hacemos cosas e inevitablemente esperamos un resultado. Por ejemplo, te vas de vacaciones y esperás pasarla bien. Vas a rendir un examen y no estudiaste nada, esperás que te vaya mal.

Es muy difícil no esperar nada. Pero en realidad, sería lo ideal. Las expectativas incumplidas te hacen sufrir. La filosofía budista por ejemplo recomienda vivir con desapego y neutralizar las expectativas. Pero la mayoría de nosotros estamos programados para esperar (ojo, eso no significa que no podamos cambiar).

Volvamos al ejemplo de las entrevistas. El problema que enfrentamos al esperar un mal resultado en la novena oportunidad es que ingresamos en lo que se llama “pesimismo en escalera descendente”. Cada paso (en falso) que damos crea una expectativa que el próximo será negativo.

Cada escalón que damos hacia abajo es peor. Por eso las expectativas en las primeras tres entrevistas (buenas) no son iguales que en las últimas (malas). Cada rechazo refuerza nuestra (falsa) creencia de ser un fracasado. Se convierte en un círculo vicioso.

La escalera puede también funcionar como un círculo virtuoso. Si por ejemplo trabajás en ventas y en las últimas seis visitas a clientes cerraste un trato, probablemente llegues a la séptima reunión con mucha expectativa.

Te va mal, esperás lo malo.  Te va bien, esperás lo bueno.

Rompiendo la escalera

El error que cometemos al pensar así es muy parecido al de un jugador de ruleta. Está apostando y sale nueve veces seguidas el rojo. ¿Cuál es la probabilidad que en la décima salga rojo? La probabilidad es 50%. La ruleta no tiene memoria. Cada vez que el croupier dice “no va más” la probabilidad es 50/50. Es posible (y ha pasado) que el rojo salga diez, veinte o más veces seguidas.

Es decir, que te vaya mal en ocho entrevistas seguidas no debería cambiar tus probabilidades en la novena. Uno debería presentarse como si fuera la primera. Con el mismo entusiasmo, las mismas ganas. Sin mochila. El entrevistador que tenés enfrente no conoce los intentos anteriores. Sólo estás vos y él.

Las personas de éxito en la vida son perseverantes. Son aquellas que entendieron y se esforzaron para romper las escaleras y andar por un camino. Un camino en el que habrá obstáculos y contratiempos, pero que de ningún modo los desviará de su destino.

La trampa de las expectativas
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